Voy a llamarme Adrián Ormache. Pero algunos van a adivinar quién soy. Van a reconocernos a mí o a mi esposa Claudia. Mi esposa Claudia. Es curioso llamarla así. Como a una extraña. Su nombre ondulante me recordaba la forma de un arco iris, o al menos así se lo dije el día que la conocí en una fiesta hace veinte años, el piropo era una tontería pero le hizo gracia.