B. Traven

—Perdón, compadre, ¿qué es un museo?

—¡Ah, eso…! Pues te diré, Macario, son grandes salas que en muchos países europeos tienen los gobiernos para exhibir todo lo que han robado de otros países o que se han llevado como botín de guerra de los pueblos vencidos. En algunas naciones de América los tienen para que malos funcionarios tomen lo que les gusta y se lo lleven a su casa.

El canastero tenía muy escaso conocimiento del mundo exterior, si es que tenía alguno, de otro modo hubiera sabido que lo qué a él le ocurría pasaba a todas horas del día con todos los artistas del mundo. De saberlo se hubiera sentido orgulloso de pertenecer al pequeño ejército que constituye la sal de la tierra, y gracias al cual el arte no ha desaparecido.

un trato es un trato aún en esta república dejada de la mano de Dios. ¡República! ¡Hum!… y ni siquiera hay agua en los lavabos durante la noche. República… Bueno, después de todo yo no soy su presidente.

Después de todo, esta república no está tan atrasada como parece. En realidad es un gran país. Admirable. Se puede hacer dinero en esta tierra. Montones de dinero, siempre que se trate de tipos tan listos como yo.

Cualquier persona sensata y honesta puede verlo claramente. Claro que, si la persona no es ni sensata ni honesta, no podrá comprender las cosas en la misma forma en que nosotros aquí las entendemos.

Tengo que hacer esas canastitas a mi manera, con canciones y trocitos de mi propia alma

eso acabaría por devorarme el corazón pedazo por pedazo

las policromadas canastitas tejidas con poemas no cantados, con pedacitos de alma y gotas de sangre del corazón de un indio mexicano.

La vida no es como antes. No, señor. Debe usted creer a un hombre que la conoce y ha sufrido muchísimo; créame, señor.

La soledad debe ser insoportable en la colina.