Agustín Gómez Arcos

la dignidad no ha generado nunca felicidad.

las circunstancias cambian a los hombres mucho más que los años.

Todo lo que es blanco en un ser humano, se convierte en negro como el carbón en un cura.

Esos dos días tenía que dedicarlos a pensar, a salir de mi letargo. Definitivamente.

Quedan todavía muchas cosas pendientes para que todo vuelva a ser como hace siete años, en toda su plenitud, en el momento del adiós definitivo: me refiero a las palabras, a los gestos, a las miradas rotas que nos inventamos para mejor expresar el adiós… como se hace siempre.

Si de verdad querías gastar dinero, por qué no me pusiste en el telegrama: «El 21 de marzo a las once en punto de la mañana, llegaré a casa. Ven». ¡Dios mío, por qué me haces esto! ¿Quieres matarme de angustia?

una mujer a quien no le permitieron tener una identidad

la guerra la había despojado de todo (de su marido, de sus hijos, de sus ilusiones) convirtiéndola en una negación absoluta

tuvo que emprender aquel viaje para convertirse, de alguna manera, en Ana sí

Como la vida había sido tan mezquina con Ana, sólo le quedaba la muerte. Y reivindica su derecho a morir. Con dignidad, estableciendo un diálogo de tú a tú con la Muerte.