Pero ella me llamó solamente «el niño», menos dos o tres veces en las que la palabra «hijo» se le escapó,
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fue el ángel tutelar de mi dichosa infancia
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Vivíamos solos en un cuarto o tienda del confín del Barrio de los Ricos, hoy de Sucre,
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una pintura original
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que representaba la muerte de Atahualpa
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entre las que resaltaba una pintura original
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la educación más esmerada que podía alcanzarse en aquel tiempo
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yaraví de la despedida del Inca Manco, tristísimo lamento dirigido al padre sol, de lo alto de las montañas del último refugio, demandando la muerte para no ver la eterna esclavitud de su raza;
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Pocas personas, se acercaban a nuestra humilde morada
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