menudo nos tratamos de una forma cruel. Nos despreciamos a nosotros mismos de una manera que, si un amigo o un familiar se comportara así con nosotros, al punto le dejaríamos de hablar. Adolescentes y jóvenes que odian su cuerpo y, por extensión, a sí mismos porque la naturaleza no les ha dado la altura, las medidas o la complexión que se consideran «correctas»