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Victoria Camps

Elogio de la duda

  • Beatriz ACje citiralaprije 7 godina
    «No deseamos las cosas porque son buenas, sino que son buenas porque las deseamos.»
  • Sergio Castroje citiraoprije 21 sat
    Dicho lenguaje, poblado de abstracciones, con significados inciertos y variables, sin embargo nos ha dejado algunas verdades en ausencia de las cuales el mundo sería menos civilizado de lo que es: hay unos derechos fundamentales, los hombres y las mujeres, los asiáticos y los africanos tienen la misma dignidad, la expresión libre no puede ser considerada un delito. Renunciar a tales ideas es renunciar al ideal de emancipación.
  • Sergio Castroje citiraoprije 21 sat
    Ejercitar la duda o ejercitar el escepticismo ha sido un empeño ancestral de la filosofía, como camino hacia una esperada verdad, para algunos, como Descartes, o para quedarse en la duda misma, como una manera más de promover el autoconocimiento y remover las conciencias, como fue el caso de Montaigne. De la filosofía hay que poder decir lo que ha dicho, por ejemplo, Juan Goytisolo de la literatura: que «es el territorio de la duda», o Gustavo Martín Garzo de un buen libro: que «siempre nos deja perplejos».
  • Sergio Castroje citiraoprije 21 sat
    La filosofía —es la tesis de Nuño- ha ido repitiendo una serie de esquemas o mitos poderosos: mitos de la salvación, mitos de la revelación, mitos de la totalidad, mitos de la frontera, mitos de la transformación7. Filósofos como Kierkegaard han buscado la salvación que no se encuentra en la ciencia, a través de la entrega a una antropología espiritualista y narcisista. Ha habido filosofías del misterio o la revelación, que se han visto a sí mismas como la posesión de un saber superior al que solo unos cuantos iniciados tienen acceso. Platón, Spinoza, Descartes, Husserl pertenecen a esa especie. Otras han cultivado el mito de la totalidad: «la verdad es la totalidad”, son palabras de Hegel. Y ha habido filosofías que han puesto límites y fronteras, como Kant, que elimina al yo empírico ante la fuerza de un yo transcendental, o Wittgenstein, que concluye el Tractatus con la demoledora frase: «De lo que no se puede hablar, mejor callar.»
  • Sergio Castroje citiraoprije 21 sat
    La idea de que el pensamiento mítico ha acompañado a la filosofía desde siempre, la expone con originalidad Juan Nuño en Los mitos filosóficos. Aunque es un lugar común que, después de Platón, la filosofía renunció al mito, Nuño asegura y prueba que nunca logró desembarazarse de pretensiones míticas. El mismo nombre de filosofía, traducido por «amor a la sabiduría», se remonta a Pitágoras y se explica por la creencia de que solo la divinidad es propiamente sabia. La filosofía tiene que ser vista, en consecuencia, como una disciplina intermedia, que nunca llegará a la perfección. En la Edad Media, fue ancilla theologia. Es el mito de la servidumbre, retomado en nuestro tiempo por todas las filosofías «de» algo: del lenguaje, de la historia, de la ciencia, del arte. Parménides introdujo en su célebre Poema la idea de los límites y las fronteras del saber seguro, un mito que reaparece en Bacon, Kant, Wittgenstein y Popper. ¿Y qué mito más característico de la filosofía que el del «eterno retorno» de Nietzsche? La filosofía como un saber que retorna con constante periodicidad.
  • Sergio Castroje citiraoprije 21 sat
    Son tres «mitologías», tres «construcciones visionarias», que no se hubieran producido sin los textos bíblicos que nos hablan del poder de la palabra o del sentido de la alianza con la naturaleza. Son mitologías que han pretendido sustituir a la teología. No obstante, quienes las han urdido no son conscientes de ello: Descartes, Hegel, Freud dan por hecho que la sintaxis está relacionada con la realidad, que el lenguaje que hablamos es un reflejo del mundo.
  • Sergio Castroje citiraoprije 21 sat
    La filosofía hace acopio de títulos tremebundos que apuntan a una ambición ilimitada: Dialéctica trascendental, Crítica de la razón pura, Fenomenología del espíritu, Ser y tiempo. De esta forma se va tejiendo un discurso que, como ha visto muy bien George Steiner, se propone «esconder las “ficciones supremas” que lleva en su interior». Sin muchos mitos y cuentos, sin literatura, no tendríamos filosofía. No tendríamos la Fenomenología del Espíritu sin Shakespeare, Cervantes y Defoe.
  • Sergio Castroje citiraoprije 21 sat
    Por no hablar de Nietzsche, para quien todo cuanto decimos es arbitrario e ilusorio. Cuando nos referimos a los árboles, a los colores, a las flores, usamos un lenguaje metafórico. Los árboles, las flores y los colores son conceptos abstractos que se proponen igualar lo desigual. Cada árbol es único, como lo es cada flor. No sabemos qué es la honestidad más que a partir de acciones individualizadas, desiguales entre ellas, que igualamos groseramente al decir que son «honestas». No conocemos una esencia de la honestidad ni de la justicia ni de la amistad. Salvo la verdad entendida como tautología, la que afirma que un individuo es igual a sí mismo, el resto de verdades son puras ilusiones.
  • Sergio Castroje citiraoprije 21 sat
    Lo mismo dirá Locke al referirse a las nociones abstractas de la ética, como las ideas de justicia, de paz o de libertad. Son palabras, a su juicio, que están en la boca de todos, pero que cada uno entiende a su modo porque carecen de una esencia real. No las conocemos a la manera de las percepciones simples, como la percepción del color o del sabor, que nos entran directamente por los sentidos. Son ideas que formamos desde la abstracción, con la voluntad de construir una realidad que no existe, pero que sentimos la necesidad de nombrar de algún modo. Por eso, esas palabras «pocas veces significan lo mismo para dos hombres distintos, pues pocas veces la idea de un hombre coincide con la de los otros. Y con frecuencia difiere incluso de su propia idea, de la que tuvo ayer o tendrá mañana».
  • Sergio Castroje citiraoprije 21 sat
    Pero no hace falta ir a las visiones utópicas para mostrar que las teorías filosóficas se alimentan de ficciones. El racionalismo moderno, que tiene como una de sus preocupaciones la de explicar cómo es posible el orden social, se inventa una teoría según la cual los humanos pactan vivir juntos y en orden, bajo el dominio de un Estado, porque les sale más a cuenta si quieren seguir existiendo sin verse continuamente amenazados. Queda claro que la invención de un contrato social es una especie de metáfora, un contrato imaginario e irreal, pues también son fruto de la imaginación los conceptos que lo justifican. Spinoza es el más osado al afirmar que «todas las nociones por las cuales el vulgo suele explicar la naturaleza son solo modos de imaginar y no indican la naturaleza de cosa alguna, sino solo la contextura de la imaginación».2 En su opinión, la libertad, el bien o el mal, la belleza o la fealdad, el orden y la confusión no son atributos de las cosas mismas, sino productos de la imaginación humana que piensa como si hubiera un orden en la naturaleza, como si hubiera cosas hermosas y feas, como si fuéramos libres.
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