La luz de las estrellas muertas

seguimos percibiendo la presencia del objeto perdido entre nosotros, por mucho que ya no esté.

ya no se presenta en ese sitio donde yo siempre lo esperaba.

De modo que la pérdida del objeto arrastra también al sujeto, despojándolo de una porción de su ser.

modo que la pérdida del objeto arrastra también al sujeto, des

Cada corte tiene topológicamente dos bordes: la separación no se limita a alejar al sujeto del objeto perdido, sino que lo aleja también de una parte de sí mismo

Por eso, en el mito bíblico, el ser humano (adam), para adquirir un vínculo con el Otro (Eva), debe antes que nada ser extraído de sí mismo, debe estar dispuesto a perder una parte de sí mismo (la famosa «costilla»), debe exponerse a su propia carencia y a la dinámica del deseo que lo conduce hacia el otro desde sí mismo.

Nuestra vida aparece circundada por todas las pérdidas que la han marcado, por las heridas que le han infligido las separaciones, por los fantasmas de nuestros muertos.

Para el psicoanálisis, las experiencias que anuncian la de la muerte están asociadas a la angustia de la castración.

describiera la separación como el alejamiento en el espacio de dos naves espaciales que ya no pueden interceptar los

hacha del tiempo ha cortado de un solo golpe la cuerda que nos unía a la vida. Todo lo que queda es desaparecer, acabar con todo, apagarlo todo.

«Desaparezco» significa romper para siempre los lazos con el mundo tal como lo he conocido.