—Hola, me llamo Everly —dije.
Dejó caer el libro y me miró. Una amplia sonrisa apareció en sus labios y noté que mi cuerpo se acaloraba.
—Es un nombre precioso.
Era exactamente igual que hacía un año. Sin embargo, a diferencia de nuestro primerísimo encuentro, esta vez sentí que no tenía miedo de enamorarme de él.