que nos pasa cuando «nos dejan sin palabras». Y es que, en ocasiones, lo que ocurre no es que las palabras se nos queden cortas, sino que la emoción nos sobrepasa y nos impide activar los circuitos neuronales del lexicón mental. No es que no haya palabras adecuadas para lo que sentimos, sino que nuestro cerebro está sumido en una profunda sensación que nos bloquea la capacidad lingüística.