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Roger Bartra

El duelo de los ángeles

Este libro explica cómo la filosofía ilustrada, la sociología moderna y el pensamiento crítico se han enfrentado al oscuro mundo irracional. El autor aborda aquí un extraño enigma: ¿por qué la irracionalidad y el desorden mental logran alojarse en el corazón de la cultura moderna orientada por el racionalismo?, y busca la respuesta en Kant, Weber y Benjamin.
188 tiskanih stranica
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2019
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2019
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Citati

  • Anaje citiralaprije 1 sat
    Así, después de todo, Durkheim fue capaz de aceptar que, entre los fenómenos patogénicos naturales y la morbidez social, había un espacio donde la tristeza, la melancolía y la muerte deseada ocupan un lugar, tal vez como el rescate que es necesario pagar a la civilización moderna.
  • Anaje citiralaprije 1 sat
    Se podría decir, y es algo que extrañamente no ha sido reconocido, que El suicidio es un libro sobre la melancolía colectiva moderna. Pero Durkheim exagera hasta tal grado las dimensiones sociales, que oculta los matices y su análisis pierde la sutileza necesaria para entender los resortes culturales. Suele reducir la moral a su dimensión social y ve la melancolía (y el suicidio) sobre todo como un efecto de la falta de cohesión, el desorden y la desintegración de la sociedad. Sin embargo, su curiosa teoría de los equilibrios entre los diferentes humores colectivos le permitió comprender que el hombre no podría vivir si fuera totalmente refractario a la tristeza:

    Ciertamente hay dolores a los cuales sólo podemos adaptarnos si los queremos, y el placer que en ellos encontramos tiene algo de melancólico. Pues la melancolía sólo es mórbida cuando ocupa demasiado espacio en la vida; pero es igualmente mórbida una vida que la excluya totalmente.54
  • Anaje citiralaprije 1 sat
    La melancolía también tiñe las expresiones del segundo tipo de suicidio durkheimiano: el suicidio altruista. Este tipo de autosacrificio es fruto de una individuación insuficiente, pero tiene en común con el suicidio egoísta la tristeza: «Mientras que el egoísta es triste porque no ve nada real en el mundo más que al individuo, la tristeza del altruista intemperante viene, al contrario, de que el individuo le parece despojado de toda realidad».51 La melancolía del primero es un sentimiento incurable de lasitud y de abatimiento triste; la del segundo, en contraste, está hecha de esperanza, ya que considera que más allá de esta vida tediosa se abren perspectivas más bellas. El tercer tipo de suicidio es, en realidad, muy similar al primero: es el suicidio anómico de aquellas personas cuya actividad se desregula; mientras
    que en el suicidio egoísta hay una cierta ausencia de actividad colectiva, que parece quitarle sentido a la vida, el individuo anómico no encuentra freno social a sus pasiones y sufre porque su actividad está desorganizada. Durkheim dibuja una especie de humoralismo sociológico que asimila los tipos de suicidio a tres «corrientes» que circulan por el cuerpo social: el egoísmo («melancolía lánguida»), el altruismo («renuncia activa») y la anomia («lasitud exasperada»).52 No se trata de metáforas, sino de «fuerzas colectivas» que empujan a los hombres a matarse: verdaderas fuerzas morales que se combinan y se atemperan mutuamente. Cuando se logra un equilibrio entre ellas, se atenúan las tendencias suicidas; pero lo que llama la «hipercivilización» aumenta las fuerzas egoístas y anómicas, «afina los sistemas nerviosos», los vuelve excesivamente delicados y, por ello, reacios a la disciplina, accesibles a la irritación violenta o a la depresión exagerada. En contraste a los refinamientos supercivilizados, una cultura primitiva, grosera y ruda implica un altruismo excesivo y una insensibilidad que facilitan la renuncia a la vida.53

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