—¡No has prestado atención a lo que acabo de explicarte! —protestó Brom—. ¿Cómo iban los elfos a establecer acuerdos y tratados de paz con bestias estúpidas? Eran tan inteligentes como tú o como yo.
—Pero eran animales —insistió Eragon.
—No eran más animales que nosotros —bramó Brom—. Por alguna razón, la gente apreciaba todo lo que hacían los Jinetes pero, sin embargo, no tenían en consideración a los dragones y daban por sentado que no eran más que un exótico medio de transporte para ir de un pueblo a otro. Pero no eran sólo eso, puesto que las grandes hazañas de los Jinetes fueron posibles únicamente gracias a los dragones. ¿Cuántos hombres desenvainarían sus espadas si no supieran que un lagarto gigante que despide fuego por la boca, con una astucia y una sabiduría innatas muy superiores a las que desearían muchos reyes, colaboraría en detener la violencia? ¿Eh?