mary, me dijo. vamos, tú no eres así.
yo puse a calentar el agua para lavar los platos.
¿no quieres hablarme?, me preguntó. te exijo que me hables.
y entonces yo me volví hacia él. ¿me lo exige?, le pregunté.
te lo exijo, sí.
usted puede pagar dinero por mí, le dije, y usted puede hacer que me quede aquí, pero no puede exigirme que haga todo lo que usted quiera.
sé que parece que estaba tranquila, pero no. el corazón me latía tan rápido que me parecía que se me iba a salir. me temblaban las manos y volqué un vaso, pero lo cogí antes de que se rompiera contra las baldosas.