comprendes? No tienes que hacer nada que no desees. No te obligues a nada que no necesites. Tan sólo vive el segundo, disfruta el minuto.
Y sobre todo olvida las obligaciones: son un círculo vicioso. Si entras en su rueda, siempre habrá obligaciones. Siempre.
Y si vives con sus normas, tu ciudad te impedirá ver tu alma. Esos edificios altos fueron puestos allí para no dejarte ver nada más excepto otros edificios gigantescos.
Y recuerda que cuando expliques esta teoría sobre la libertad, sobre no tener obligaciones, todo el mundo te dirá: «Si todos lo hiciéramos, si todos fuéramos libres de elegir, de obligaciones, de deseos... ¿Qué sería de este mundo?».
Tú sólo respóndeles: «Y haciendo todo lo que se supone que debemos hacer... ¿Qué es de este mundo?».
El problema no es que sólo usemos el diez por ciento de nuestro cerebro, sino que no utilizamos ni el dos por ciento de las emociones de nuestro corazón.