Harry Potter. La colección completa

El miedo a un nombre aumenta el miedo a la cosa que se nombra.

Un minuto y tendría once años. Treinta segundos... veinte... diez... nueve... tal vez despertara a Dudley, sólo para molestarlo... tres... dos... uno...BUM.Toda la cabaña se estremeció y Harry se enderezó, mirando fijamente a la puerta. Alguien estaba fuera, llamando.

Yo no busco problemas —respondió Harry, molesto—. Los problemas normalmente me encuentran a mí.

Se oyó que Percy les decía a los otros prefectos: «Es mi hermano, ¿sabéis? ¡Mi hermano menor! ¡Consiguió pasar en el juego de ajedrez gigante de McGonagall!»

—¿Crees que él quería que lo hicieras? —dijo Ron—. ¿Enviándote la capa de tu padre y todo eso?

—Bueno —estalló Hermione—. Si lo hizo… eso es terrible… te podían haber matado

Quirrell dijo que me odia, porque odiaba a mi padre. ¿Es verdad?

—Bueno, ellos se detestaban uno al otro. Como tú y el señor Malfoy. Y entonces, tu padre hizo algo que Snape nunca pudo perdonarle.

—¿Qué?

—Le salvó la vida.

Haber sido amado tan profundamente, aunque esa persona que nos amó no esté, nos deja para siempre una protección

Haber sido amado tan profundamente, aunque esa persona que nos amó no esté, nos deja para siempre una protección

se habían estrechado las manos en el Caldero Chorreante.

Cuando Harry abrió la cama encontró su capa invisible, cuidadosamente doblada. Tenía sujeta una nota:

Por las dudas