El Conde de Montecristo

Las historias épicas tienen en común la voluntad de quien es protagonista, dichas historias no están libres del desperfecto humano que lleva en el corazón el odio, la sinrazón, el egoísmo y la venganza, deseos crueles que son inspirados por un corazón moribundo y que dejan inerte la alegría y la dicha para oscurecer el camino de quien lleva ese pesar a cuestas.

Me he sumergido en este libro por una recomendación involuntaria, y que, a fe mía, como expresan en el libro, que ha sido una decisión increíble, he navegado los mares del tiempo reducidos en hojas y letras, he abierto la vela para que el viento narrativo me lleve por la calma y la tempestad de la vida, convulsiva y desordenada, y me he dejado absorber por esta historia que me ha maravillado.

¡Un hurra por Edmundo! Quien con toda razón dijo, a través de la pluma de Dumas, que: "... hasta el día en que Dios se digne descifrar el porvenir al hombre, toda la sabiduría humana estará resumida en dos palabras: ¡Confiar y esperar!"