Zapata es más que un mito, es un redentor, un santo milagroso, un compadre. En México todos los niños, todos los obreros, todos los campesinos saben del héroe del sur. Tal es la magnitud de su presencia en la imaginería popular que el Estado ha visto imprescindible hacerlo suyo, reconocerlo y poner en letras de oro su nombre en el Congreso de la Unión