María Zaragoza

  • Xavo Camachoje podijelio/la dojamprije 2 mjeseca
    💡Poučna
    🎯Zdrav
    💞Romantična
    🌴Knjiga za plažu
    👍Vrijedna čitanja

    “Era una batalla por el derecho a narrar, por eso los libros resultaban tan peligrosos.”

    Ser un soldado de los libros implica proteger y preservar la literatura para los años por venir, en este caso, preservar la biblioteca de fuego (Premio Azorín de Novela 2022), requiere soldados, si, pero invisibles. Este año literario me ha llevado por un viaje a través de los libros que jamás creí llegar a conocer, me he visto colmado de historias de libros sobre los libros, sobre su esencia, su fuerza, su historia y su poder, son igualmente destructivos que maravillosos. Los libros que he leído, estarán preservados, al menos en mi biblioteca; los que no podré leer (porque son ficción) los atesoraré por su historia.

    No sabía que necesitaba un libro para redondear este viaje lector, desde aquellos ladrones sin cara que viajaban para llevar libros, pasando por aquel libro negro de horas y ese otro libro que buscaban para quemar, encuentro una historia dónde, protegerlos a toda costa, es la columna vertebral. El amor que los lectores profesamos a los libros es muy especial, por que amamos las historias, los matices, los motivos, las palabras y su entramado que, bien unido, tejen palabras que obran en nuestro corazón los sentimientos más variopintos que se nos puedan ocurrir. Es sencillamente fascinante.

    Usar aquel vestido rojo para la verbena, tras el acometido oscuro y degradante de la guerra, supuso para la protagonista su primera feria del libro tras la barbarie en Madrid, pero había esperanza ¿Que no acaso los libros son eso? Esperanza. Aquel rojo encendido contrastaba con una ciudad herida, una herida que los libros abrirían insondablemente "porque a vece las personas pequeñas hacen grandes cosas y guardan silencio después". A quienes les gusten las historias cortas, les digo esto: ella engañó a todos, menos a ella, la mujer que arrojaba al fuego una boquilla para fumar. A quienes prefieran las historias largas, tendrán que resucitar a los muertos; primero a los reales: Lorca, Blanca Chacel, María de Maeztu, María Lejárraga, Zenobia Camprubí, Gregorio Martínez Sierra, Juan Ramón Jiménez; Hildegart, María Teresa León y Juana Capdevielle. Segundo, a los ficticios, pero para eso, tendrás que bailar con Estrellita, consultar a la Tía Paca, escuchar a Don Fermín, ver crecer a Carlos, y sobre todo, enlistarte con Rayo de Luna, Metafísica, Don Perlimplín y Manos Rojas, no vaya a ser que el Conde Duque nos quiera volver visibles a los que ya somos invisibles.

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