hombre triste en el fondo, pero jovial y punzante en sus frases, sensible como un niño y leal como un caballero antiguo, le atormentaban los dolores ajenos y nadie era más activo que él para visitar y atender al amigo enfermo y pobre […] Delgado de contextura, con la frente limpia y tersa, sobre la cual se alzaba rebelde el oscuro cabello echado hacia atrás y que parecía no tener otro peine que la mano indolente que solía mecerlo; cejas arqueadas, espesas y negras; ojos grandes y salientes como si escaparan de las órbitas; nariz pequeña y afilada; boca chica, de labio inferior grueso y caído, ornada por un bigote recortado en los extremos; barba aguzada y con hoyuelo.