los asesinos organizados se sienten superiores a casi todo el mundo. Gacy, Bundy y Kemper, todos menospreciaban a los policías, a los que consideraban demasiado estúpidos para detenerlos, y a los psiquiatras, demasiado incompetentes para comprenderlos. Los organizados sobrecompensan, a menudo creyéndose las personas más listas y afamadas que jamás haya habido en el mundo, incluso cuando sólo lo son hasta cierto grado y no se distinguen más que por sus crímenes monstruosos. Después de cometer un crimen, a menudo siguen el progreso (o la ausencia de progreso) de la investigación en los medios de comunicación. El delincuente desorganizado, en cambio, tiene poco o ningún interés por un crimen después de cometerlo.