Charles Dickens

Si por el camino recto no puedes llegar a ser una persona extraordinaria, jamás lo conseguirás yendo por los caminos torcidos. Ahora no les cuentes más mentiras y procura vivir y morir feliz.

Aquellos terribles muros de Newgate, que han ocultado tanta infelicidad y tanta angustia inenarrables, no solo a la vista sino, demasiado a menudo y durante demasiado tiempo, también a los pensamientos de los hombres, nunca contemplaron un espectáculo tan atroz como aquel.

¡El placer de afilar la navaja un día tras otro, sintiendo su borde afilado y pensando en la abertura que podía causar un golpe de su borde delgado y brillante!

. Cuando ofrecí a tu hermana casarme con ella, y a su vez se manifestó dispuesta a casarse conmigo y a venir a vivir a la fragua, le dije: «Tráete también al pobrecito niño, Dios le bendiga.» Y añadí: «En la fragua habrá sitio para él.»

Yo me eché a llorar y empecé a pedirle perdón, arrojándome a su cuello.

cuando luego miré a las estrellas, consideré lo horroroso que sería para un hombre que se hallara en tal situación el volver la mirada a ellas cuando se sintiese morir helado y advirtiese que de aquella brillante multitud no recibía el más pequeño auxilio ni la menor compasión.

Por un momento, y sintiendo el temor de mi hermana, tuve la idea desesperada de empezar a correr alrededor de la estancia imitando lo mejor que pudiera el coche del señor Pumblechook

En el pequeño mundo en que los niños tienen su vida, sea quien quiera la persona que los cría, no hay nada que se perciba con tanta delicadeza y que se sienta tanto como una injusticia.

Si el miedo de no ser comprendido está oculto en el pecho de otros muchachos en el mismo grado que en mí - cosa probable, pues no tengo razón ninguna para considerarme un fenómeno

Es conveniente que el lector haga una pausa al leer esto, y piense por un momento en la larga cadena de hierro o de oro, de espinas o de flores, que jamás le hubiera rodeado a no ser por el primer eslabón que se formó en un día memorable.

Una vez más se levantaba la bruma mientras me alejaba. Y si, como supongo, me permitía ver que yo no volvería y que Biddy estaba en lo cierto, lo único que puedo decir es que tenía razón.