María Parr

—Verás, Theíco, cuando estás triste porque echas de menos a alguien, significa que quieres mucho a esa persona. Y querer a alguien es lo más bonito que hay en el mundo. La gente a la que echamos de menos, la llevamos dentro de nosotros —me explicó, dándose un golpetazo en el pecho que retumbó por toda la habitación.

La universidad? Siempre he pensado que voy a vivir en Terruño Mathilde hasta el día que me muera. Incluso me he buscado un terreno cerca del mar donde construir mi casa. Pienso dedicarme a la pesca, como el abuelo. De pronto era como si el mundo se ampliara por los cuatro costados. ¿Cabía la posibilidad de viajar y hacer todo tipo de cosas? ¿Yo también podía

Al irme a casa, estaba totalmente mareado. Tenía la cabeza atiborrada de ideas nuevas y el estómago a reventar de comida desconocida. Cuando me acosté, me quedé mirando al techo. ¿Qué iba a hacer? Jamás dejaría que Birgitte se enterara de que no me atrevía a hablar delante de mi propia clase. No podía ir al colegio al día siguiente. No podía

Un día que nos pusieron a trabajar por parejas, por ejemplo, a Birgitte le tocó con Andreas. Los primeros años de colegio, Tommy del Muelle imitaba a Andreas cada vez que abría la boca porque era tartamudo. Cuando Ellisiv pasó a ser nuestra profesora, el acoso se acabó, pero ya era demasiado tarde. Andreas apenas hablaba en clase. Sin embargo, el día que le tocó trabajar con Birgitte, me sorprendió oírle hablar por los codos. Otro día, Birgitte se sentaba a charlar con Tommy del Muelle como si fuera un tipo completamente normal y agradable. ¿Lo sería cuando estaba con ella

Pronto me hice experto en encontrar maneras de estar a solas con Birgitte fuera del colegio

imagen que se encontró Ellisiv podría haber matado a cualquiera del susto. Dos niños empapados y ensangrentados en medio de una pila de chocolates y mandarinas. Soltó un gritó y se llevó las manos a la boca. Por suerte, no estaba sola. Detrás de ella apareció Axel, nuestro antiguo entrenador. Lena y yo nos incorporamos como pudimos

La voz de Lena sonó tan afilada que podías cortarte con ella

En el concierto de Navidad entré en shock. Ni siquiera recuerdo cómo salí a escena cuando me llegó el turno. Sin embargo, mi plan funcionó. Me sabía tan bien el Para Elisa que logré tocarlo a pesar de estar como un mono muerto sobre el escenario

Te interesaría probar allí?
—¿En un equipo femenino? —dijo Lena, como si le hubieran propuesto jugar con camellos.
—Lena, tú también eres una chica —la atajó Ellisiv—. Si vas a seguir jugando al fútbol, antes o después tendrás que empezar a jugar en un equipo femenino

Así que mi hermanito había escogido la peor noche de tormenta de la que se tenía memoria. La noche en la que grandes árboles bloquearon la carretera impidiendo que llegaran ambulancias. La noche en la que no zarparon los ferris, en la que cayeron la red telefónica y la de emergencias y nadie pudo llamar a nadie