Como yo ya había asesinado a Bill Crowley y a Clark Forman, dos demonios con forma humana, ella corría con mucha ventaja; solo tenía que saber por dónde buscar y, con el tiempo, podría hallarme fácilmente. Cada día que pasaba, aumentaba mi tensión y desesperación, ya que ella podría estar a la vuelta de cualquier esquina.
Por eso, era necesario que yo la encontrara antes.
Pedaleé en silencio hacia mi hogar, mientras marcaba mentalmente las casas que ya había “descartado”. La mujer de aquella casa está engañando a su esposo con otro; la de esa es alcohólica; la de esta tiene una enorme deuda por jugar al póker en Internet y todavía no le ha contado a su familia que perdió todos los ahorros. Desde que había comenzado a observar a la gente,