Ninguna controversia científica importante supone tan solo un conflicto en el mundo excelso de la teoría y la ciencia: los conflictos en el mundo de la teoría van siempre acompañados de conflictos en el mundo material e institucional. Porque si no, ¿qué tendríamos que hacer hoy en día con los numerosos científicos y acólitos que han exagerado la importancia de los descubrimientos biológicos de la psiquiatría con el fin, consciente o inconsciente, de conseguir cada vez más medios de investigación y clínica acordes con su paradigma? ¿A qué los tendríamos que condenar ahora que gran parte de sus asertos se han mostrado erróneos por excesivamente simplificadores, pero durante decenios han retraído la inmensa mayoría de los medios económicos de investigación en psiquiatría, salud mental, psicopatología, psicología clínica y demás disciplinas, en beneficio de los paradigmas biológicos de la psiquiatría? Ése es un tema no solo epistemológico sino político y ético.