Laini Taylor

Amarla había sido el único acto puro de su vida.

Deja de desperdiciar tu vida, niña. Espera a que llegue el amor.

—El amor —su alegría se evaporó, pues había pensado que aquello era amor.

—Llegará, y lo reconocerás

—Las mariposas en el estómago —suspiró Karou—. Claro. ¿Sabes lo que pienso? Que las mariposas están siempre ahí, en el estómago de todos, en todo momento…

—¿Como bacterias?

—No, no como bacterias, como mariposas. Y las de cada uno reaccionan con determinadas personas, a nivel químico, como feromonas, así cuando esas personas se acercan, tus mariposas empiezan a bailar. No pueden evitarlo, es una reacción química.

No importa —afirmó Zuzana—. Tenían que ser bastante estúpidas para enamorarse de él. Crecerán otras nuevas, más sensatas. Mariposas inteligentes.

Dejarte marchar, Karou, sería como abrir la ventana a una mariposa. Nunca esperas que vuelva.

la muchacha del pelo azul deambulaba por sus páginas como un hada a través de un relato. La luz la trataba de manera distinta que al resto, y el aire parecía detenerse a su alrededor, como un aliento contenido. Como si aquel lugar fuera un cuento dedicado a ella.

Uno debería morir con dignidad, cuando ya no es posible vivir con dignidad.

Sin embargo, había lanzado golpes lentos, dándole tiempo para esquivarlos y moverse con libertad. ¿Por qué?

La respuesta era sencilla. Había querido contemplarla.

No luches contra monstruos, no sea que te conviertas en uno de ellos. Y si miras largo tiempo al abismo, el abismo también mirará dentro de ti»

Porque la esperanza sale de tu interior, y los deseos son solo magia.