Carlos Montemayor

Se embriagan, dan gritos,
los príncipes que parecen aves preciosas, los
cuextecas en la región de los magueyes

Abuelo, Zaquí Nimá Tziz, el nombre de la Abuela).

(Un Abuelo, verdaderamente muy blanca la cabeza del Abuelo, y una Abuela, en verdad muy arrugada esta Abuela, encorvada por la vejez. Zaquí Nimac, el nombre del

tu collar de flores,
tu penacho de plumas de garza,
tú, el del cuerpo pintado…

(Con estas insignias va bailando,
va bailando la danza del cautivo

las trompetas van resonando,
los caracoles van lanzando su sonido

Ahora, mientras llueve y la neblina se enreda en la noche y con mis pensamientos, sé que está cerca y que está bien. Sé que la lluvia no lo daña. Que la noche lo sigue y no quiere procurarle daño.

Me pregunta si aún
pienso que sus manos son tan rasposas como la corteza de los árboles. Sin dejar su sonrisa, me dice:

—Pero usted también es un árbol muy valioso para mí. Sus ramas protegen, sus hojas curan, su sombra es provechosa. Le agradezco su fuerza para seguir aquí, conmigo, con sus raíces firmes, sin abandonar a ninguno de los que somos suyos.