David Tejera

Matrick sintió una cierta incomodidad en su cuerpo y decidió internarse en el bosque para cambiarle el agua al canario.

Fuimos grandes como gigantes, ¿recuerdas? Los Reyes de la Tierra Salvaje.

El resto del viaje hacia Cinco Reinos transcurrió sin incidentes, al menos hasta que los atacaron los payasos.

—¡A la mierda, soy el rey de Agria! —exclamó Matty.

—Júzgalos por lo que querían llegar a ser —suplicó al Padre de los Dioses—, y no por aquello en lo que la vida los ha convertido.

Matrick intentó responderle con alguna broma, pero se limitó a quedarse quieto con la boca abierta, como un pez que se deja morir en el fondo de un bote.

La sonrisa de Lastleaf se extendió por su rostro como una plaga.

La inscripción en la lápida reza así: cuando solo aspiramos a reinar en nosotros mismos, todos podemos considerarnos reyes.

¡Serán como un pato en un estanque de tiburones!
—¿No habrás querido decir piscina?

Pero Clay Cooper no pegaba puñetazos a los hombres que amenazaban a su mujer... O a su hija.