Para los doctores y los psiquiatras, ella era la Aberración Insana. Para los hombres trabajadores, ella era el Fantasma del Fracaso. Para los jóvenes y los nobles ella era el Objeto de Escarnio, y para muchas de las jóvenes, e incluso de las mujeres mayores, ella era la Absolutamente Inexistente, excepto cuando padecían horripilantes pesadillas