Quizá algún día pueda mirarte a los ojos mientras me explicas cómo fuiste capaz de renunciar a lo que teníamos, a esa historia por la que estaba dispuesta a sacrificarlo todo. Cómo pudiste dormirte cada noche sin llorar. Cómo es posible que las cosas sean tan volátiles para ti. Y entonces, puede que empiece a creerte cuando dices que habrías vuelto a buscarme tarde o temprano, porque tres años…, tres años es demasiado tiempo, en tres años se construyen nuevas cosas, en tres años casi había olvidado la forma de la cicatriz que tienes en la frente y la tonalidad exacta del azul oscuro de tus ojos».