apítulo II
CONfundida
Caminé a casa pues ya no estaba Annie por ahí. Llegué rendida e hice lo de todos los días. Cuando mi madre entró, se puso feliz al saber que fui seleccionada para impartir de nuevo tutorías.
—Ves, mi niña, todo va saliendo muy bien, Myrtle Beach no es tan mala después de todo. —Asentí aún nostálgica. No, no era malo, aun así, no era «mi» hogar. Me abrazó de pronto, por lo que respondí al gesto con sinceridad. Estaría poco tiempo y las cosas iban mejor de lo que imaginé, así que no más quejas.
—Sí… lo sé, hasta ahora así parece. —Tomó mi rostro entre sus manos.
—Kyana, estoy muy orgullosa de ti. Sé el esfuerzo que el cambio está implicando para ti y te juro que te lo agradezco muchísimo. —Sonreí con los ojos anegados, al igual que ella, últimamente las lágrimas salían con facilidad.