Durante el confinamiento, ¿qué hacer? Días de paisajes asfaltados en los que sólo el viento, la luz, la arboleda que hubo y la fauna imaginada. Ni una figura humana, ni un vehículo circulando en la inquietante visión de los ojos que, en su creer y no creer lo que viven y respiran, de nuevo se detienen frente a la ventana. A pesar de los miles de corazones generosos, voluntariosos, aumentan las cifras de fallecimientos, contagios, estrecheces de recursos. Se dice veámoslo por el lado bueno, aprovechemos para reducir la marcha, ralentizar el ritmo, culpabilizar a las prisas, difundir cierta tranquilidad algo desesperada; se aconseja aprovechar para cuidarnos, modificar hábitos, disponer de más minutos para armar listas de deseos; ahora es el momento de ordenar armarios y cajones con girones de tiempo resecado, adquirir conciencia colectiva, gestionar incertidumbres, elaborar galletas y bizcochos, aplaudir a quienes afrontan la crisis sanitaria desde las zonas cero, jugar a las cartas aún no robadas, divinizar a dependientes y cajeres de supermercados, gracias por vuestros servicios higienizantes de primera necesidad