Eva Bach

«El confinamiento nos protege contra el virus, pero es una agresión psicológica; es incluso una agresión neurológica por el aislamiento sensorial», dice Boris Cyrulnik, referente mundial en resiliencia.

Usar herramientas o recursos emocionales para no sentir unas emociones determinadas nos puede ahorrar el sufrimiento y funcionar a corto o medio plazo, pero a la larga va en detrimento de la salud emocional. Las emociones que negamos o evitamos, ya sea sustituyéndolas por otras, pensando siempre en positivo, promoviendo la alegría y el optimismo a ultranza o evadiéndonos, acabarán manifestándose de alguna manera. El dolor del vivir o las heridas

Dice Jeanne Segal que «los sentimientos no sentidos nos enferman, nos vuelven personas compulsivas, nos impulsan a hacer y a decir lo que no conviene en el momento inoportuno o a no hacer nada en absoluto».5

«Las emociones no expresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde de maneras peores», dijo Freud.

Luchar contra lo que sentimos no suele ser eficaz ni recomendable porque no lo cambia por arte de magia y, además, duplicará el malestar. Me sentiré mal porque no quiero sentir lo que siento y a la vez porque soy incapaz de dejar de sentirlo.

No puedes evitar que aves de tristeza te sobrevuelen, pero sí que hagan nido en ti.
PROVERBIO CHINO

Ten la suficiente felicidad que te haga dulce, los suficientes tropiezos que te hagan fuerte, la suficiente tristeza que te haga humano y la suficiente esperanza que te haga feliz.

Los espejos son para verse la cara; el arte, para verse el alma.

GEORGE BERNARD SHAW

Si cada vez que estoy triste trato de recurrir a algún recurso que me dé risa y me funciona, puede querer decir que:

Mi tristeza es realmente pequeña e intrascendente.
Que soy una persona superdotada emocionalmente, con una competencia emocional fuera de serie.

O bien que soy insensible a la tristeza, que no soy capaz de conectar con ella o que no sé estar con ella. A menudo es esto último. Recurro al humor para tapar, esconder, maquillar, reprimir o evitar la tristeza.