De regreso a la naturaleza

Uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos hoy en nuestra vida es que, en algún punto del camino, hemos olvidado que somos parte de la naturaleza

Aprender a aceptar las cosas que no podemos cambiar en la vida, como el dolor emocional, el sufrimiento, la pérdida y los acontecimientos externos que menoscaban nuestros objetivos, es clave para dar paso hacia una mayor satisfacción en nuestra vida. Tener el coraje de tomar medidas para cambiar las cosas que podemos alterar es también esencial si queremos crear una vida más feliz para nosotros y para los demás.

Nuestra tendencia es buscar estrategias para deshacernos de esos pensamientos y emociones de la forma más fácil y rápida posible. Intentamos eliminarlos de golpe y sustituirlos por sensaciones instantáneas de placer. Y ¿por qué no? Nadie quiere sentir dolor. Intentar evitarlo es una reacción perfectamente natural. El problema es que pronto nos damos cuenta de que intentar deshacerse de emociones negativas muchas veces aumenta el sufrimiento

No intentes eliminarlas ni aferrarte a ellas. Puede que las sientas como placenteras, dolorosas o neutras, pero todas son normales. Acéptalas sin juzgarlas e investígalas con curiosidad genuina. Nuestras emociones nos traen a la vida

atrapados en las urgencias de obtener placer e intentar alejar de nosotros el dolor. ¿Y si parásemos un momento y nos abriésemos a la vida tal y como se presenta ahora mismo, delante de nosotros?

Empezamos a percibir una sensación de respeto y afecto por toda la naturaleza y a comprender que somos parte integral de algo que es mucho más grande que nosotros mismos: la red de la vida.

olo podemos ser éticos en relación con algo que podamos sentir, comprender, amar o en lo que podamos, de alguna manera, depositar nuestra fe.

Aldo Leopold (1887-1948)

Escritor y medioambientalista americano

rvacionista y escritor francés

Buda llamaba a este tipo de amistad o compasión por todos los seres vivos metta, que puede traducirse por «amabilidad amorosa». Decía que la compasión empieza por nosotros mismos. Empezamos deseando estar bien, felices y libres de sufrimiento.

s apreciamos y, en consecuencia, deseamos su bien. ¿Causarías deliberadamente daño o mal alguno a alguien a quien amas? Si tienes gato o perro como mascota, ¿le harías daño a propósito? Claro que no.

Apreciar a otras especies como amigos supone desarrollar un sentimiento de compasión por ellos. Cada uno de nosotros quiere ser feliz y estar libre de sufrimiento. Naturalmente queremos lo mismo para nuestra familia directa y nuestros amigos y toda la gente que nos importa. ¿Por qué? Porque a través de nuestros sentimientos de amor por ellos simpatizamos con ellos