Y entonces, en un instante de sorprendente revelación, la optimista oficial confiesa que hubo días en su vida en los que se sintió «bastante harta, cansada y triste» y que, según su experiencia, existen muchos más hombres que olvidan a sus mujeres que al contrario. ¿No eran ellos quienes volvían a casarse tan sólo meses después de que sus esposas fallecieran? (Me contengo y me abstengo de decir que Boris ni siquiera había esperado a que me muriese.)