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Xosé Manuel Domínguez Prieto

Despierta y alégrate

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    Descubrir indicios de mi propia llamada no es posible sin escuchar la realidad. Y la escucha consiste en atención, en tomar conciencia, estando en franquía para entrar en contacto con lo real y dejándose impactar por ello. Supone, por tanto, despertar de mi flujo de pensamiento, de mis ideas preconcebidas, desenmascararme y hacer silencio para atender qué hay en mí y ante mí. Todo ello es despertar.
  • Ricardo Mejía Lópezje citiraoprije 2 godine
    Mientras persiste esta situación, la vida del ser humano no llega a ninguna parte. Por mucho éxito que alcance la persona, por mucho placer que experimente, por mucho poder que reúna y por muy importante que llegue a ser, su vida seguirá careciendo de salida en la medida en que no acoja esa voz. Adán acoge esa voz, reconoce su propia opresión y confiesa: «Me he escondido», y entonces comienza el camino humano5
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    DESPERTAR, ¿DE QUÉ?

    Despertar siempre es «despertar de» (la máscara) y «despertar a» (la propia identidad que procede de la llamada).
    En primer lugar hemos de despertar de identificarnos con nuestras máscaras, con aquel ropaje que podemos confundir con nuestra propia identidad. A veces nuestro ser lo cambiamos por tener más (dinero, currículo) o con el personaje laboral. Otras veces creemos que somos lo que hacemos, nuestra actividad preferida, nuestro rol social. O en ocasiones nos enmascaramos tras normas, grupos, identidades nacionales o colectivas. En general, es máscara todo personaje que desempeñamos cuando sustituye a nuestra auténtica identidad
  • Ricardo Mejía Lópezje citiraoprije 2 godine
    ¿QUÉ ES LO QUE DESPIERTA A LA PERSONA?

    El dolor, la frustración, el fracaso, la enfermedad nos despiertan.
    En segundo lugar, la escucha de la llamada nos despierta.
    En tercer lugar, otra persona que esté despierta, por su testimonio, tiene capacidad de despertarnos.
    Dolor, llamada y testimonio permiten a la persona volver en sí, acceder a su propia realidad, a su propio nombre. Facilitan, en efecto, salir del eclipse de mí mismo en el que vivía antes. Por eso, escuchar es ante todo despertar de quien no soy. La máscara es un eclipse de mi ser persona.
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    Quien tiene a Cristo en el centro de su vida, quien actúa real y conscientemente en referencia a Cristo, está despierto
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    Humanamente, estar vigilante supondría ver la propia vida desde la conciencia de la propia muerte. Pablo Domínguez, dos meses antes de su muerte, en una conocida carta enviada a las hermanas de Iesu Communio, dice:

    No quiero acabar esta carta fraterna –y filial– de gratitud sin hacer mención a la última de las llamadas de consagración que para todos está cerca: me refiero a la muerte, que es ese encuentro amorosísimo, en abrazo eterno, con el Esposo. Todos tenemos un «día y hora» que el Padre –en su eternidad– conoce. Me interrogo: ¿no deberíamos esperar ese día con el mismo entusiasmo, ardor, deseo y sobrecogimiento ante el don que nos espera con que esperamos los acontecimientos de consagración de esta vida? Suplico al Espíritu Santo que nos conceda mirar ahora nuestra vida con los ojos y el corazón que tendremos en ese momento último y definitivo: ¡lo que en el momento de la muerte tiene importancia la tiene ahora! ¡Lo que en ese momento sea accidental también lo es ahora! En definitiva: ¡solo Cristo y solo el amor es lo importante! Cuando tengáis momentos de turbación, ¡recordadlo! Que no nos seduzca nunca el maligno con máscaras de falsos amores. ¡Solo Cristo y solo su amor es la Vida!1
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    solo Cristo y solo el amor es lo importante! Cuando tengáis momentos de turbación, ¡recordadlo! Que no nos seduzca nunca el maligno con máscaras de falsos amores. ¡Solo Cristo y solo su amor es la Vida!1
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    ESTAR DESPIERTOS EXIGE LUCHA Y ESFUERZO

    Estar despiertos no es una actitud natural ni fácil: exige una vigilancia, un estar en vela, porque la lógica interna de los asuntos del mundo siempre nos puede absorber. Las invitaciones en el Evangelio a la vigilia son continuas: «Vivid con sobriedad y estad alerta» (1 Pe 5, 8); «Procurad que vuestros corazones no se emboten por el exceso de comida, la embriaguez y las preocupaciones de la vida [...]. Velad, pues, y orad en todo tiempo» (Lc 21,34-36). En efecto, tanto la diversión, el bienestar, como las preocupaciones de la vida cotidiana –laboral, familiar, social– pueden ser causa de adormecimiento de conciencia. Incluso en el ámbito de personas religiosas, las hay tan ocupadas de las «obras de Dios» que en su activismo se han olvidado del propio Dios, a quien dicen servir con sus obras. Por tanto, para todos hace falta un entrenamiento, una «ascesis» (la palabra ascesis en griego se refiere al entrenamiento de los atletas), un resistirse a todo aquello que me adormezca. San Pablo insiste en el mismo sentido: «¡No durmamos como los demás, sino vigilemos y vivamos sobriamente!» (1 Tes 5,6). Nos va la Vida en ello
  • Ricardo Mejía Lópezje citiraoprije 2 godine
    Por el contrario, el despierto es aquel que, escuchando, es consciente de lo objetivamente importante, del orden de valores, de lo que merece la pena. Quien está despierto, desde estos valores y desde lo que orienta y da sentido a su vida, vive unificadamente. Por tanto, el despierto es aquel que es capaz de ver la realidad desde la luz de Dios, desde la presencia de Dios, y desde esta conciencia ordena su vida y la vive como unidad. Esta persona es consciente de su vida, de su llamada, de su lugar en el mundo, y por eso es firme en sus acciones, en sus compromisos, es lúcido en sus elecciones. No vive los diversos ámbitos de su vida como si tuviese varias personalidades, sino que en todos responden desde un mismo principio, a partir de una misma fuente y con un único criterio de actuación
  • Ricardo Mejía Lópezje citiraoprije 2 godine
    La persona vive sin rumbo fijo, atenta a lo que en cada momento más suscita su interés. En este estado no se puede llevar una vida plena; por eso el mandato es tajante: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos» (Ef 5,14). ¡La somnolencia de conciencia se identifica con la propia muerte! En efecto, dormir es una forma de estar muertos en vida
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