segundo, la relación con otras mujeres y otros hombres; tercero, la relación con los territorios que habitamos; cuarto, la forma en que organizamos la experiencia en nuestras memorias individuales y colectivas; quinto, en las posibilidades de imaginar colectivamente las luchas desde los feminismos comunitarios; y sexto, en las dinámicas organizativas de los colectivos que gestionan, facilitan y sistematizan estas experiencias.