A lo largo de la historia, los hombres les han partido el corazón a las mujeres de una forma particular. Las quieren o las quieren a medias, hasta que se cansan, y entonces pasan semanas y meses alejándose en silencio, retroceden hasta la puerta, se comportan con aspereza y no vuelven a llamar. Mientras tanto, las mujeres esperan. Cuanto más enamoradas están y menos posibilidades tienen, más esperan, con el anhelo de que el hombre regrese con el móvil destrozado, la cara hecha un cuadro y que diga: «Lo siento, me enterraron vivo y solo pensaba en ti.