es
A.E. Quintero

Cuenta regresiva

Obavijesti me kada knjiga bude uvrštena
Da biste čitali ovu knjigu u Bookmate učitajte datoteku EPUB ili FB2. Kako mogu učitati knjigu?
  • ferje citiralaprije 4 godine
    Que fueras feliz.
    Que tuvieras una vida mejor
    que la no vida que ha sido mi vida,
    un destino más amplio, más lleno
    de cómodas oscuridades,
    de confortables caminos, de sombras verdaderas. Y no lloraras con tus manos,
    ni con otras manos. Que no te dolieras hacia dentro,
    hacia esa piedra ubicua
    con la que suelta el mundo su tremenda noche.
    Que no tropezaras en el espejo
    como lo hace el hombre.
    Y que pasaran de largo las cosas que no se logran,
    sin hacerte daño, sin llagas, sin despertarte.
    No sé si porque te amo
    adivino lo que no me dices, o sólo me lo invento.
    Pero pienso que el dolor
    reconoce a los de su propia especie,
    a los seres que le son comunes. Los que llevan
    el mismo fruto adentro de los ojos.
    El dolor,
    ese territorio heredado.
    El peor de todos los sitios invisibles,
    de los espacios inundados.
  • Rafael Ramosje citiraoprije 24 minute
    Me entero que un león africano
    se cruzó con un tigre hembra, y digo,
    bueno, pues tienen cuerpo.
    Lo mismo una cebra macho
    y una hembra de burro, y me digo, bueno,
    tienen cuerpo, ¿no?
    Luego que un buldog, me dicen,
    le mató dos loros a la vecina.
    Y bueno, ¿qué se puede hacer si tiene cuerpo?
    Lo mismo: que un relámpago
    en una noche de ésas
    le quitó al árbol
    lo árbol. Y lo mismo
    digo, tiene cuerpo.
    Igual que el gato que no quiere hacer
    lo suyo
    sobre el arenero. Tiene cuerpo.
    Así como el muchacho que se promete no beber
    y bebe. Y se promete no masturbarse, o no masturbarse tanto.
    Y mi esposo me pasa el periódico, como todas las mañanas,
    y leo que dos chicos se violaron mutuamente,
    y que mutuamente los padres entablan juicio, se demandan. Y digo,
    bueno,
    pues tienen cuerpo los chicos.
    Pero ¿y los principios? ¿Y las leyes?
    ¿Y las normas de conducta? Me preguntan
    y digo, bueno,
    si tuvieran cuerpo.
  • Rafael Ramosje citiraoprije 27 minuta
    A veces tengo un miedo verídico
    de olvidarte.
    Un miedo histórico
    como un globo de gas que un niño pierde.
    Un miedo científico
    como el de quien descubre en su laboratorio
    que no se equivocaba.
    Otras veces
    tengo miedo de olvidarte a secas; así
    sencillamente
    como quien busca una silla y una ventana
    y no recuerda para qué.
    Este miedo de que la muerte
    sea un dejar de amarte; un desacostumbrarse que lleva trenes adentro,
    lentos. Muy lentos.
    Un cuerpo vivo que olvida un cuerpo muerto.
    En ocasiones estoy seguro que no será así. Que no podré
    desacostumbrar tus cosas de mis cosas.
    Un miedo reducido a una ecuación muy simple:
    que un día me levante y caiga en cuenta
    que pasaron meses sin pensarte.
    Porque no quiero, porque
    eso es lo único que ahora puedo hacer por ti. No olvidarte.
  • Rafael Ramosje citiraoprije 28 minuta
    ¿Qué voy a hacer sin él?
    Me pregunta la niña
    por su gato
    que cada 10 minutos muere más.
    Nos queremos mucho.
    Dice. Con esos ojos de niña
    que podrían ser también ojos de gato muriendo.
    Pídele una ambulancia. Dice.
    Nos queremos como dos hijos,
    como dos gatos.
    Tal vez con esto, la niña pretende decir
    que crecieron juntos
    (gato y niña, y ningún hermano)
    y que se decían sus cosas a su modo.
    Se entendían.
  • Rafael Ramosje citiraoprije 29 minuta
    Leí que a una langosta viva
    no la sorprende el golpe de calor
    que la hierve,
    si fue ingresada a la cazuela a temperatura ambiente.
    Y supongo que esto
    debe tranquilizar a las buenas conciencias.
  • Rafael Ramosje citiraoprije 31 minutu
    El problema del hombre invisible
    no es que no lo miren
    sino estar con su desnudez
    a solas.
    Incluso hay quien ve fantasmas.
    Incluso
    hay quien se queda afónico
    de tanto estorbarse. Pero a él
    tal vez la tormenta se le pegue como niño huérfano,
    o como niña perdida, sucia
    de lo que la noche llora.
    El niño y la niña
    que todo hombre invisible es
    al tiempo.
    Sin que lo vean. Sin que pueda, a sí mismo, encontrarse.
    Y es raro
    porque todo el mundo le pide permiso
    al hombre invisible
    para pasar. Y él
    sigue haciendo milagros.
  • Rafael Ramosje citiraoprije 33 minute
    Un día dijo que dejó de fumar
    para que de vieja no le faltara el humo.
    Para que hubiera una taza de café cerca,
    un libro
    y un cigarro que la llevara lejos.
    Para hacer caballos de humo
    y aros
    que esos caballos pasaran sin prisa.
    Mi tía.
    Ella misma pudo pasar por ese aro. Me pregunto.
    Hago un signo de interrogación con el humo
    de ese último cigarro
    que ella no fumó.
    Porque da miedo fumar, y miedo
    dejar de fumar. Es cierto.
    En ambos casos
    miedo
    de que ya grande el médico te lo prohíba.
    Por eso lo dejó. Para que no se lo prohibieran.
    Mi tía
    que murió antes de esa prohibición de ser vieja.
    Y no fue el cigarro
    sino un sueño. Murió dormida
    tal vez soñando que volvía a fumar.
  • Rafael Ramosje citiraoprije 35 minuta
    De unos días para acá
    está de moda morirse.
    Pero abiertamente
    como se muere un insecto cuando lo pisas:
    con ese sonido crocante que viene
    del polvo, y de las cosas que por dentro son de un verde aplastado.
    Los famosos mueren muchos días.
    A veces semanas enteras.
    Oyéndose como el eco de un edificio en ruinas
    que recorre todos los cuartos,
    todos los pisos,
    todos los departamentos vacíos:
    lo solo que se ve el viento
    cuando pasa por una vieja construcción en ruinas.
    Algunos duelen.
    Algunos muertos nunca terminan de morir.
    Otros pasan
    como el sonido de un auto en una vieja carretera.
    Otros
    se quedan orillados en una piedra, en un risco,
    en la esquina no mirada de un jardín
    como una hierba simple que intentara
    dar una flor pequeña.
    Pero mis muertos no son famosos,
    son como el sonido lejano de un auto en una vieja carretera
    que sólo yo, a ciertas horas, escucho.
  • Rafael Ramosje citiraoprije 37 minuta
    Es una señora de mediana edad,
    blanca, anglosajona,
    con un aceptable manejo del castellano.
    Tal vez rubia bajo el tinte rubio. Y casada
    con un varón heterosexual, por supuesto,
    anglosajón, calvo y de cansado vientre abultado bajo la Chemise blanca.
    Una señora, digamos, confortable.
    Muy open, dice de sí
    porque aceptó venirse a México a vivir con su marido
    por cuestiones de trabajo.
    Dice que ella acepta la homosexualidad.
    No.
    Corrijo:
    que ama a los homosexuales y que un sobrino suyo
    y un hermano de su marido
    son bellos y son gay.
    Incluso
    su mejor amigo es su mejor amiga.
    Son seres humanos, dice, y sienten; si yo tuviera
    un hijo gay o ciego o sin un brazo
    lo querría más.
  • Rafael Ramosje citiraoprije 38 minuta
    ¡Qué confortable la vida ahora!
    Tal vez siempre lo fue.
    Pero para un muchacho sin dinero
    el mundo siempre estará del otro lado de la puerta
    oyéndose
    como en la noche se oía
    la máquina de escribir de alguien;
    y alguien
    cambiándole a la noche
    la hoja de papel carbón.
fb2epub
Povucite i ispustite datoteke (ne više od 5 odjednom)