Basada en hechos reales

Si no captas la pequeña vena de la locura de alguien, no puedes amarlo. Si no captas su punto de demencia, has perdido la ocasión. El punto de demencia de alguien es la fuente de su encanto.

Ningún ser podía sobrevivir en nuestra sociedad sin desarrollar cierto número de rituales de los que no siempre tenía conciencia.

Ahora sé que no es sólo un asunto de disponibilidad, sino más bien de clase, qué clase de mujer elige una ser, siempre que haya elección posible.

La realidad estaba dotada de una voluntad, de una dinámica propia. La realidad era fruto de una fuerza superior, mucho más creativa, audaz e imaginativa que cuanto pudiéramos inventar.

conocía las palabras irreparablemente hirientes, las conocía, conocía el punto débil, el talón de Aquiles, bastaba apuntar bien, en el sitio adecuado, en menos de lo que cuesta decirlo, asunto liquidado.

Eso es lo que había reactivado L.: la persona insegura que yo llevaba dentro y que era capaz de destruirlo todo.

Cuando la observaba, a veces me daba la impresión de verme a mí misma, o más bien a un doble de mí misma, reinventado, más fuerte, más potente, cargado de electricidad positiva.

Aparentemente, se ocupaba de mí, me apoyaba, me protegía. Pero en realidad absorbía mi energía.

No un auténtico parecido, de detalle, de facciones, sino un parecido de contornos, de porte.

En los días siguientes, me pareció que L. había cambiado. Quiero decir que L. se me parecía.

Porque sólo ella sabía que yo no era capaz de escribir una sola línea ni de sostener siquiera una pluma. No sólo lo sabía sino que me encubría. Me sustituía para no despertar sospechas. Contestaba en mi lugar a las cartas administrativas y profesionales que yo seguía recibiendo.