Primeramente, debemos tener cuidado de no ganarnos la reputación de «monomaniaco», una persona que solo puede hablar de una cosa y, por consiguiente, nos menosprecian tratándonos como «fanáticos religiosos». Si queremos que la gente esté interesada en lo que tenemos para decir, por amor a ellos, necesitamos conversar con ellos acerca de otros temas.