Esta Mañana Y Otros Cuentos

Yo era mucho más curioso que cobarde. Por lo tanto, decidí morir a corto plazo.

Yo la creé idealmente imperfecta, con esas pequeñas y poderosas fealdades que inexplicablemente singularizan un rostro y le comunican su derecho al recuerdo, con esas comisuras de simpatía que desmantelan la serenidad y esclavizan el sueño. Así ingresó usted a mis insomnios, así participó de esa complicidad pueril que yo formé para su sola imagen.

Simplemente me pareció tonto explicarle que recién hoy había advertido un pasaje inédito de su rostro de siempre. Ni siquiera estaba seguro de no haberlo inventado.

Entonces me pidieron que les transmitiera exactamente sus palabras finales. En realidad, sus palabras finales fueron tres veces «mierda», pero yo traduje: «Paz.» Creo que estuve bien. (1947)

Entonces me dedicó una mirada tan torpe como incrédula. Luego se iluminó. Le resultaba difícil admitir que me había convencido,

Los más se imaginan que cada uno tiene la obligación de nacer con su pequeño dios. También se tiene el deber de nacer de cabeza y sin embargo siempre hay algún díscolo que nace de trasero.