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Tamara Molina

Donde no puedas encontrarme

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  • Maya Cardielje citiraoprije 10 dana
    —Te tiemblan las manos —lo chincho enternecida—. ¿Te pongo nervioso?
    —Me pones cardíaco. —Me da una fuerte cachetada en el culo—. Ya puedes mirar.
  • Maya Cardielje citiraoprije 10 dana
    rabia de haber sido construidos a partir de golpes, de errores, de decisiones que ahora no compartimos con quien las tomó.
  • Maya Cardielje citiraoprije 11 dana
    —No haré declaraciones al respecto.
    —Bueno, ya las gemirás.
  • Maya Cardielje citiraoprije 15 dana
    es realmente?
    El amor sano no aparece de la nada, el amor sano se construye
  • Maya Cardielje citiraoprije 16 dana
    Tampoco me gusta que nadie coma en mi despacho, aunque Gala tiene permiso para comer sobre mi teclado si quiere y utilizar los documentos como servilletas si le da la gana.
  • Maya Cardielje citiraoprije 16 dana
    Vete!
    —No es tan fácil. —Me froto la nuca dolorido—. Es cambiar mi vida completamente, no sé si me siento preparado o si estaré a la altura. No es solo cambiar de trabajo. ¡Es dejarlo todo atrás! Desprenderme de toda mi vida, de Gala, de mi casa, mis amigos, mis padres, de Duna, de ti.
    —¿Has puesto a tu noviecita la primera de la lista y a mí después de la perra? —Otra colleja menos agresiva—. Fuera de mi casa.
    —Hablo en serio. —Río apagado—. Sé que es una muy buena oportunidad, pero creo que tengo miedo.
    Y es la primera vez que verbalizo esas palabras, que las hago reales.
  • Maya Cardielje citiraoprije 16 dana
    pensativo.
    —Gael... —murmura nerviosa unos instantes después—. No quiero que pienses que yo no siento nada por ti.
    La miro con el corazón en la boca de la impresión.
    Pequeñas gotas de lluvia empiezan a deslizarse sobre nosotros.
    —¿A qué te refieres? —Trago saliva.
    —No quiero que pienses que yo a ti no... —Baja la vista al suelo—. Que tú a mí no...
    —Si esta es tu forma de rechazarme de nuevo, estás siendo muy cruel —bromeo.
    —Eres muy tonto. —Ríe—. Nunca te he rechazado, ni te rechazaría.
    —Si esta es tu forma de declararte, también estás siendo muy cruel.
    —¡Vale ya! —Ríe golpeándome el pecho—. ¿No puedes ponerte serio ni un momento?
    Me mira sonriente.
    No sé qué estará pensando mientras me observa de una forma tan profunda, yo solo puedo fijarme en lo bonita que es, en cómo la lluvia empieza a pegarle los mechones a la cara. Le aparto uno para verla mejor. Ella me imita, apartándome un mechón mojado de la sien.
    —La tormenta está apretando mucho —murmuro con el corazón encogido—. Deberíamos irnos.
    —Sabes que a mí me encanta la lluvia —susurra.
    —Lo sé, te parece muy romántica.
    —Sería una excusa perfecta.
    —¿Para qué?
    Antes de que pueda procesar sus palabras, los labios de Gala se adelantan buscando los míos con mimo. No le doy tiempo a mi cerebro a que dude de si esto es lo correcto, porque mi corazón late desbocado contra mi pecho y lo único en lo que puedo pensar es en el suave y cálido tacto de Gala, mientras mi boca se abre para recibirla o, más bien, para devorarla. Nuestras lenguas bailan entre ellas con ternura, como si no tuvieran prisa por volver a separarse. Gala se acerca más a mí y yo aprovecho para agarrarla de las caderas y sentarla a horcajadas sobre mí.
    Joder, cómo echaba de menos esto.
    Cómo la echaba de menos a ella.
    Nuestros besos son pausados y dulces, pese al sabor salado de la lluvia sobre sus labios. Y pese a que tengo una necesidad brutal de besarla con ansia hasta que me escueza la boca.
    Gala me mordisquea el labio con amor, yo le respondo dándole suaves besos sobre los labios, el mentón, la mejilla, mientras suspiro alterado sobre su piel, que se eriza ante mi aliento. Sus labios vuelven a buscar los míos de una forma que me hace estremecer. Son besos de echarnos de menos, de querernos de más. Son besos de amor, me da igual que no sea capaz de decírmelo.
    Entre besos, la tormenta empieza a ser más brusca, más bizarra, hasta que se vuelve tremendamente incómoda.
    —¿Sabes el resfriado que vamos a coger después de esto? —Sonrío contra sus labios.
    —Sí —ríe en respuesta—, pero habrá valido la pena.
    Y, sí, joder si ha valido la pen
  • Maya Cardielje citiraoprije 16 dana
    gusta? —pregunta acariciando la pulsera en mi muñeca—. Pega con tus ojos, ¿eh?
    —Un montón —río—, me encanta que pegue con mis ojos.
    —También pega con la mía. —Pone su muñeca junto a la mía—. No la puedes perder o se perderá nuestra conexión.
    —Es imposible perderla.
    Tengo claro que esta pulsera me la guardaré como mi mayor tesoro.
    No me doy cuenta de la profundidad con la que han calado mis palabras en Gala hasta que observo cómo me mira
  • Maya Cardielje citiraoprije 16 dana
    —Gael es un buen chico.
    —Sí, lo es. Ha salido a su tío —bromea.
    Yo enarco las cejas, río divertida. Pasquale, en respuesta, da un manotazo al chorro de agua salpicándome entera. Pego un chillido agudo del frío que le hace reír a carcajadas. Ahora soy yo la que abre el grifo de mi derecha y, sin miedo alguno, aprieto la palma de la mano en el chorro para desviarlo hacia él y empaparlo completamente. Su grito es más un gruñido acompañado de una risa seca.
    —¡Vale ya! —ríe intentando volver a la compostura—, se acabó. Va, ponte a trabajar.
    Sin dejar de sonreír, vuelvo a mi tarea
  • Maya Cardielje citiraoprije 16 dana
    Poniendo los ojos en blanco, abro el chat de Brina y, a conciencia, escribo un mensaje que le enseño a Gala antes de enviar:
    Hola, Brina, quería hablar contigo hoy en el restaurante, pero no has venido. Me gustaría poder hablar contigo en persona sobre lo nuestro, para que me expliques cómo te sientes, te debo una disculpa.
    Un beso.
    —¿Qué te parece? —le pregunto expectante—. Bien, ¿no?
    —El beso sobra —murmura gruñona—, lo demás está perfecto.
    —Es para no sonar borde. —La observo divertido—. ¿Te molesta que le mande un beso?
    —No, qué va. —Finge una mueca de indiferencia—. Lo digo por ti, para que no se confundan las cosas.
    —¿Por despedirme con un beso? ¿Estás celosa? ¿Tan irresistible me crees que por enviarle un beso va a volver a lanzarse a mi bragueta?
    Gala se muerde el labio gruñona, intentando esconder la misma sonrisa que a mí me brota de los labios. Por un momento siento en el ambiente esa conexión tan especial entre nosotros, tan nuestra. Esa conexión que echaba tanto de menos.
    Envío el mensaje a Brina.
    Sustituyendo el beso por un abrazo.
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