subió los escalones con furiosa seguridad. Y cuando el agua de la ducha salió helada, la dejó tal cual.
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Su agilidad letal, su belleza…, incluso su mente
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—Estoy convencido de que hay uno o dos escondidos en ese cuerpecito flacucho.
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—¿Siempre insultas a las mujeres que secuestras? Una chispa de carácter. Interesante.
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—Depende de la mujer. —¿A cuántas has traído aquí? «A ninguna». A Dev no se le daba bien compartir su espacio personal.
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—Eso solo lo sé yo. —Secándose la cara con una toalla que había dejado en el rincón, se encaminó hacia la puerta—.
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Mantenerse centrado le exigió toda su concentración. —Te pondremos a hacer algunos ejercicios
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fáciles para fortalecer esos músculos. —¿Estás seguro de que tengo alguno? Aquel toque de humor fue como un puñetazo en el estómago. La miró, apartándose el pelo mo
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Una parte de él deseaba protegerla, cuidar de ella, en tanto que otra, su inflexible pragmatismo, le advertía que hacer eso se le volvería en contra. Había estado a punto de besarla