Probarlo de nuevo fue como volver el reloj atrás, como poder borrar las consecuencias de un error cometido; fue mejor que recuperar una blusa que se había perdido en el tinte, o que te devuelvan un teléfono móvil dejado en un taxi; fue la ratificación del «nunca rendirse» y de la esperanza renovada; fue muchas cosas, fue todas las cosas, fue nada en absoluto; pero, sobre todo, era pastel de col.