La aceptación es lo opuesto a la negación. Incluso los más racionales entre nosotros tienden a negar muchas cosas en sus vidas, que son hechos resueltos en sentido real. La negación puede ser un mecanismo de afrontamiento, uno que puede evitar que nos abrume la realidad de una situación dada. Sin embargo, la negación nos hace más daño que bien, porque a menos que podamos aceptar algo, no podemos cambiarlo, y nos quedaremos atrapados buscando interpretaciones y explicaciones alternativas para nuestras circunstancias imperantes.