Andrés Caicedo, Carlos Mayolo y Luis Ospina fueron los protagonistas de toda una generación obsesionada por el cine en la ciudad de Cali — Colombia. Víctimas del llamado «mal de la cinesífilis», consiguieron construir una obra en la que bailaban, con el mismo ritmo, el horror con el rock, la salsa con la política y el suicidio con los excesos. Entre 1971 y 1991, un buen número de jóvenes caleños se unieron a la caravana de estos tres creadores y ayudaron a consolidar una tradición audiovisual en un país desenfocado. Sandro Romero Rey, compañero de andanzas e impulsor desde la retaguardia, reúne aquí varios textos donde da cuenta de lo sucedido en la capital del Valle del Cauca.