La vida invisible de Addie LaRue (Umbriel narrativa) (Spanish Edition)

llenos de «Yo» y «Mi», palabras posesivas para vidas posesivas. Qué lujo, poder contar la historia de uno mismo. Ser leído y recordado.

Me lo has dado todo, Henry. Pero necesito que hagas una cosa más. —Apoya su frente contra la de él—. Necesito que me recuerdes

«¿No te acuerdas de cuando no eras más que humo y sombra?», le dijo ella entonces.

«Cariño», le había contestado él de esa forma suave y hermosa, «yo era la noche misma».

Ha descubierto que los libros son una forma de vivir mil vidas, o de hallar la fuerza en una muy larga.

«Una soñadora», dice su madre con desdén.

«Una soñadora», se lamenta su padre.

«Una soñadora», advierte Estele.

Aun así, no parece una palabra tan horrible.

Hasta que Adeline se despierta.

Addie ha besado a mucha gente. Pero nadie la besará nunca como él.

—Te amo —le dice, y Addie se pregunta si el delicado sentimiento que la invade es amor.

Si se supone que debe ser así de suave, así de apacible.

Han sido muy afortunados, pero lo malo de la suerte es que siempre se acaba.

—¿Lo he estropeado?

—¿El qué? —pregunta él

—Lo nuestro.

—Addie. —Él la agarra del hombro, y ella se da la vuelta, esperando ver su rostro teñido de ira, pero su expresión es tranquila y serena—. Solo ha sido una pelea. No es el fin del mundo. Y desde luego no es el fin de lo nuestro.

Y cuando la chica lo mira, no ve a alguien perfecto. Ve a alguien que se preocupa demasiado, que siente demasiado, que está perdido y hambriento, y marchitándose en el interior de su maldición.

Ella ve la verdad, y Henry no sabe cómo ni por qué, solo sabe que no quiere que se termine.