Es un vals lento y ella tiene la cara apoyada en su cuello. Llevan bailando un buen rato, están sudorosos, su piel está tan ardiente que siente que se quema. Siente que ella sonríe. Él tiene ganas de seguir bailando, de bailar así, sólo abrazarla hasta que la casa haya sido pasto de las llamas, hasta que se haga de día, hasta que puedan abrir los ojos y ver que han llegado a otro lugar.