SOMOS O NO SOMOS

me rindo y mi único consuelo es plasmar lágrimas de tinta y esbozar una sonrisa ficticia que oculte mi tristeza. Y sé que jamás leerás esto, pues lo mantendré escondido, fuera del alcance de tus ojos inquisitivos

El tiempo, en definitiva, lo puede cubrir todo, aunque la persistencia de nuestro esfuerzo esté de por medio.

Debe hacer calor, mucho, es casi mediodía, pero yo siento frío.

En todo caso, gracias, papá, por ser lo que soy, y también lo que no soy...

Porque somos el otro y somos distintos al mismo tiempo; inevitablemente somos y no somos, nos hemos formado mutuamente desde toda mi vida, que es el tiempo que nos hemos conocido.

Soy producto de una mezcla equivalente. Mamá y tú me han dado todo lo que sé, todo lo que soy. Sé que a ti te heredé la escritura y las reticencias a todo lo terreno; algo del cinismo y parte del amor por la palabra, que ambos me inculcaron sin temor, desde antes, incluso, de entrar al jardín infantil.

Sé que te refugiabas entre los libros, esperabas el momento adecuado para volarte de ese lugar ingrato, que no puede llamarse hogar,

De la ventana que da a la terraza se escapa un olor a café caliente, para compensar el calor.

—El mecánico toca el aceite y las ruedas y el polvo. Seguro va a tener las manos sucias, pero tú lo tienes que saludar, y si te ofrece la mano, se la das.

—¿Aunque esté sucia?

—Sí, aunque esté sucia. Ese es su trabajo, él nos arregla el carro y si le toca ensuciarse las manos para hacerlo, tú le tienes que dar la mano.

Cuando se crece convencido de que solo se es uno entre millones, incluso el ser más iluminado puede sentirse insignificante; ese es el efecto mágico y macabro de las grandes ciudades, el anonimato obligado.