Obras I. Narrativa

Cuando usted disponga, doctor, estoy lista para ayudarle en el consultorio —anunció Alicia unos días después.

Salazar levantó los ojos, molesto por la interrupción.

—¿Qué ya no hay nada qué hacer en la casa?

Muestras de laboratorios, sobras de las medicinas que usan los ricos. Sedantes nerviosos, naturalmente. Ni una vitamina, ni un antibiótico. ¡Me lleva el carajo!

Pero qué va a poder! Aguanta un poco; y luego el cielo lo vence y se derrumba otra vez. Como si dijéramos, ahorita. Sientan cómo nos está cayendo encima. Es lo que nombramos niebla.

Alicia se sentía incómoda bajo de esas miradas,

No sé… es … Es titulado.

Para ella, y para todas las solteras de Ciudad Real, eso era lo más importante. Un buen partido.

De los indios tendrá usted que aprender una cosa: que el tiempo no tiene ninguna importancia.

enemos que conformarnos con lo que caiga.

finquero que se niega a pagar un jornal a sus peones, el farmacéutico que quiere seguir vendiendo aceite guapo y pezuña de la gran bestia… ¿Cómo se puede discutir? Ahora la guerra es declarada y franca

Cuando los indios se alzan ya no quieren trabajar de balde en las fincas, ya no quieren vender su mercancía al precio de antes. Los que padecemos somos nosotros. Es justo que ustedes paguen también por el perjuicio que nos causan

Como si fuera fácil! Para monja no tenía vocación y para casada le faltaba el novio.

“Chiquita pero mal hecha.” Así definió una vez a Alicia un pelado de la calle. No resultaba atractiva para los muchachos;