Estrella Distante

¿Te ha gustado?, me dijo Norberto. Me encogí de hombros, sólo sé que no se me olvidará nunca, dije.

¿Qué estrella cae sin que nadie la mire?

WILLIAM FAULKNER

sometiendo, en fin, a los libros a un proceso de degradación que Delorme llamaba humanización.

Le dije que para mí Carlos Wieder era un criminal, no un poeta.

Matarse, dijo, en esta coyuntura sociopolítica, es absurdo y redundante. Mejor convertirse en poeta secreto.

Pero es difícil ser artista en el Tercer Mundo si uno es pobre, no tiene brazos y encima es marica.

¿Qué hace un sobrino de Cherniakovski enseñando literatura en el sur de Chile?, se preguntaba a veces Stein, preferentemente borracho.

En fin, como dice Bibiano citando a Parra: así pasa la gloria del mundo, sin gloria, sin mundo, sin un miserable sandwich de mortadela.

En su columna semanal de El Mercurio Ibacache escribió una glosa sobre la peculiar poesía de Wieder. El texto en cuestión decía que nos encontrábamos (los lectores de Chile) ante el gran poeta de los nuevos tiempos.

De él dijeron (en algunos periódicos, en la radio) que era capaz de las mayores proezas. Nada se le podía resistir.